¡No pudiste al menos callar!
Tuviste que ser la mano firme
con la que se castiga a un niño
y me condenaste a pagar tu ausencia
viéndote cantar.
Intranquilo el respirar
si te recorto una mirada
para mi collage de noche,
nunca me falto el recurso,
ni nunca el habla.
¡No pudiste al menos hablar!